Arrancó otra semana más con paros, huelgas y medidas de fuerza que se multiplican y reproducen por todas partes, poniendo en evidencia el violento estado de cosas en que se encuentra la sociedad correntina, una vez más en este año, el 2009. Salvando algunas pequeñas diferencias y otras salvedades propias de la distancia temporal, no de espacio en sí mismas, el panorama mete miedo, asusta y se parece bastante al caos en que estaba sumida la provincia durante buena parte de aquel no tan lejano 1999, año del estallido social que dejó como testigo las cruces en inmediaciones del Puente.
Si bien como se sabe las casualidades no existen, si las causalidades y las coincidencias no es un dato menor que en este año se recuerde la patriada correntina de hace cuarenta años, pasando obviamente por el estallido del 99 que devino en una cobarde represión que terminó con víctimas fatales, envueltas en una lucha en la que el pueblo salió a literalmente a pelear por sus derechos y ahora nuevamente se teme una vez más que la sangre llegue al río.
La Argentina y otros países latinoamericanos han padecido durante años la violencia instaurada desde el propio Estado, que ha generado reacciones sociales que terminaron indefectiblemente en violentas represiones que se han cobrado vidas. Cobra importancia el significado de aquella frase que reza sobre la memoria histórica, a saber “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
Como se dijo más arriba, hace algunos días, más precisamente el 15 de mayo se recordaba en Corrientes, el aniversario número cuarenta del correntinazo en el cual la provincia estaba hundida otra vez en huelgas, protestas y reclamos, contra el gobierno de facto de Onganía. Como resultante de aquella lucha se produjo el fallecimiento de un estudiante, Juan José Cabral y de varios heridos, a causa de una violenta represión armada en la Plaza Cabral. Eso ocurrió aquí, en la soñadora Corrientes, en 1969.
Algo similar, 30 años después, en 1999, se dio cita en la tierra de Vera y Aragón. Una crisis político y social que devino nuevamente en una sangrienta y salvaje represión en el Puente General Belgrano, desde allí aquel año testigo mudo de candentes y tensionados ánimos de las clases más oprimidas.
No sólo el puente sino la re bautizada plaza del aguante, ícono histórico de la protesta popular en la plaza 25 de mayo de Corrientes, con la instalación de cerca de 200 carpas de diversos sectores en su mayoría dependientes del Estado provincial.
No obstante la protesta social y la crisis tuvo su punto más álgido aquel tristemente recordado 17 de diciembre de 1999, cuando en medio de una balacera y gases lacrimógenos, se reprimió al pueblo, cobrándose la vida de Mauro Ojeda y Francisco Escobar.
En este punto vale la pena señalar que no pocos piensan y miran a Corrientes como un globo de ensayo de procesos políticos e históricos. Cabe recordar nomás, que el 10 de diciembre del mismo año 99 entra en funciones como presidente de la Nación , Fernando de la Rúa , el mismo que dos años después, en medio de una feroz crisis económica que estalló en el 2001 con manifestaciones sociales, huyó en helicóptero de la Casa Rosada dejando atrás una lamentable gestión de Gobierno, habiendo renunciado a la presidencia tras haber dictado un estado de sitio, en medio de un golpe signado por otra salvaje represión que le costó la vida a varios argentinos en aquellas no menos tristes y célebres jornadas de protesta del 19 y 20 de diciembre del 2001.
En la querida provincia de Corrientes se están viviendo en estos días tensiones sociales muy semejantes a las ya descriptas en la historia reciente, con casi toda la administración pública parada en protesta del régimen del gobernador Arturo Colombi.
A nivel nacional la realidad no es favorable, pues se cierne sobre la Argentina de este 2009 una fenomenal crisis económica, que según los entendidos es peor que la padecida mundialmente en 1929 empeorada por la aparición de lo que muchos lúcidos pensadores han catalogado como las enfermedades de la pobreza.
Todo ello revuelto en un gobierno nacional enfrentado a uno de los polos productivos por excelencia, el campo, un sector hoy políticamente utilizado en estos tiempos electorales. Quedan nada más que dos años para culminar la gestión de la presidente Cristina, esposa del ex presidente patagónico. Que el lector saque sus propias conclusiones.
Volviendo a la tierra del naranjo en flor según los poetas, se podría decirse que es necesario pensar un poco con la cabeza fría y reflexionar en la historia, hacer memoria y como reza el dialecto juvenil, “bajar un cambio”.
La semana pasada, más precisamente el miércoles se realizó la marcha de la Multisectorial desde con docentes y médicos a la cabeza, a quienes se le sumaron efectivos policiales, trabajadores municipales y otros sectores descontentos con la administración del matrimonio C, cuyos laderos intentan vanamente minimizar la multitudinaria protesta tildándola con tan poca inteligencia de “manifestación política”.
En aquella oportunidad ocurrió en medio de la protesta un hecho que fue recogido por algunos de los pocos medios que no comulgan ni se prostituyen con la hoy criticada, opulenta y grosera publicidad oficial. La ministra de Educación y el primer mandatario provincial ordenaron el vallado policial en las inmediaciones de los edificios públicos donde iban a manifestarse los trabajadores de la Multisectorial. Allí hubo forcejeos y momentos de tensión entre policías y manifestantes.
El Gobierno no tuvo mejor idea que poner de carne de cañón a cabitos al frente de la turba manifestante con la amenaza de trasladarlos a recónditos destinos si no acataban la orden de resistir cual guardia imperial en pos de proteger (de que?) a la clase gobernante, como si los protestantes fueran unos salvajes violentos. Una lucha sin igual, como siempre, como antes, como en los años del plomo, cuando el Estado castigaba a los que se atrevían a pensar diferente utilizando todo el poderío del aparato represor.
Acá eran chicos jóvenes que ingresaron quizá a la fuerza policial por falta de oportunidades en una tierra enquistada por la corrupción política. Una de las tristes postales de ese día fue ver como forcejeaban efectivos policiales con los manifestantes. En fin, una pelea de pobres contra pobres. Por ello y desde este lugar se pretende advertir, a la luz de la historia reciente, que es menester aquietar las aguas y no permitir bajo ninguna circunstancia que hechos como los de hace una década se vuelvan a repetir y mucho menos una pelea entre hermanos correntinos.
Ángel Pérez Rodó
Corrienteshoy.com
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